Aguyjevete – Caminando por la comunidad Guaraní Yrapú en Misiones

Viajando hacia posadas primero me encontré con un buda gigante y luego con mi familia para vivir unos días de cómodos turistas en Iguazú. Estaba la expectativa de vivir la experiencia de los parques naturales y, sobre todo, las cataratas. Pero estando allí y mirando no tan lejos, se puede ver la otra parte que conforma a un lugar, se puede ver la historia de la gente que siempre estuvo allí, en este caso la historia de la tierra roja y los que caminan sobre ella.

Saturnino Catriel Franco tiene 24 años y pertenece a la comunidad Guaraní Yrapú de Iguazú, Misiones. Haciendo un recorrido con él hacia el río Iguazú fuimos hablando y de manera didáctica me fue transmitiendo una pequeña parte de esa magnífica y ancestral sabiduría de su pueblo.

Esa tarde gracias a ese recorrido pude reflexionar sobre todo lo que no sé de esa cosmovisión ancestral. Me quedé pensando en esta idea de ponerle nombre e imagen a las cosas. A través del lenguaje, los códigos visuales, las fotografías y las palabras, se hace un poco eso. Quizás exista una necesidad inmediata de proyectar luces sobre los soportes con el fin de congelar ideas, pensamientos o emociones en el tiempo.

Pensaba en la cuestión del olvido, a veces programado, a veces inducido, a veces espontáneo. Pensaba en la memoria y el saberse humano a través de ella en un mundo olvidadizo, se requiere realizar un profundo ejercicio de presencia y actualización de las ideas a través de esas historias bien contadas.

Y pensando esto, me resuena la historia de esta comunidad, la historia de Saturnino.

Saturnino es el nombre designado por sus padres, su nombre guaraní es Karaiñeery, significa ¨Parte de Dios¨ y le fue otorgado, como al resto de la comunidad, al cumplir su primer año por el chamán de la comunidad. Karaiñeery además de guía es un docente auxiliar indígena de primaria, la escuela bilingüe de la comunidad que enseña en español y guaraní. Su padre también es docente, tanto de secundaria como de primaria para adultos, todo dentro de la comunidad.

Y pensando esto, me resuena la historia de esta comunidad, la historia de Saturnino.

Saturnino es el nombre designado por sus padres, su nombre guaraní es Karaiñeery, significa ¨Parte de Dios¨ y le fue otorgado, como al resto de la comunidad, al cumplir su primer año por el chamán de la comunidad. Karaiñeery además de guía es un docente auxiliar indígena de primaria, la escuela bilingüe de la comunidad que enseña en español y guaraní. Su padre también es docente, tanto de secundaria como de primaria para adultos, todo dentro de la comunidad.

Saturnino también está a cargo de un coro de niños que canta canciones en guaraní.

A veces salen a cantar a algunos hoteles o lugares que los invitan. Su sueño es conocer Buenos Aires con el coro.

Esa tarde gracias a ese recorrido pude reflexionar sobre todo lo que no sé de esa cosmovisión ancestral. Me quedé pensando en esta idea de ponerle nombre e imagen a las cosas. A través del lenguaje, los códigos visuales, las fotografías y las palabras, se hace un poco eso. Quizás exista una necesidad inmediata de proyectar luces sobre los soportes con el fin de congelar ideas, pensamientos o emociones en el tiempo.

Pensaba en la cuestión del olvido, a veces programado, a veces inducido, a veces espontáneo. Pensaba en la memoria y el saberse humano a través de ella en un mundo olvidadizo, se requiere realizar un profundo ejercicio de presencia y actualización de las ideas a través de esas historias bien contadas.

 

Algo me da vueltas en la cabeza, algo que tiene que ver con el arraigo, me resuenan esas palabras en mi interior que anhela explorar horizontes, viajar y toparse con esa familia extendida de la cual somos parte en este mundo. Y me resuenan las palabras porque Saturnino con precisión me contaba cómo las tierras fueron ¨otorgadas¨ por el estado en un momento a la comunidad. A la vez me contaba que sus abuelos eligieron ese lugar en algún momento de la historia mucho antes, su abuelo nació y murió en esas tierras. Idas y vueltas del destino, poblaciones migrantes, arraigos forzados, comunidades, destierros, muerte y vida mezcladas en esta y tantas historias de poblaciones que pisaron la tierra en algún momento.

Creo que de esa sabiduría escondida mucho puedo aprender, de esa historia presente.

Y si tengo que despedirme de este escrito en guaraní podría hacerlo diciendo Aguyjevete, y en el mismo momento les estaría diciendo ¨buenos día, adiós, buenas noches¨. O ¨te saludo y bendigo con mis ancestros y mis hijos de testigos, te saludo con el cuerpo y con todo lo que soy¨.

Y si le tuviera que agradecer por ese recorrido a Karaiñeery lo haría a través de un ¨Haevete¨.

 

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